TÍTULO: Dulce humo
LOCALIZACIÓN: La Bañeza. León - España.
FECHA: 26 de diciembre de 2013
CÁMARA: Cannon EOS 500 D
DESCRIPCIÓN: Hace apenas tres décadas el cultivo de la remolacha era el cultivo estrella. Significaba tener que realizar un trabajo duro pero se aseguraba una rentabilidad al finalizar la cosecha. No había sembradora de precisión, había que entresacar las plantas sobrantes, regar abundantemente y lo más duro: en el frio invierno arrancar la remolacha con un arao romano tirado por una caballería (actualmente hay cosechadora), sacudirla para soltar la tierra pegada, cortar los cuellos (hojas) para que lo aprovechara el ganado y lanzar la remolacha al remolque. Los más expertos picaban (apilar las cabezas de remolacha ordenadamente) para conseguir llevar unos cuantos kilos de más.
Los hombres de las familias de todos los pueblos se iban casi a la aventura con 7 o 9 toneladas con los primeros tractores que se veían en los pueblos a las azucareras cercanas (La Bañeza, Benavente, Veguellina, León). Allí se juntaban los hombres de unos y otros pueblos de la comarca a pasar frío en las colas interminables hasta que les tocaba descargar la mercancía. En La Bañeza pasaban hasta dos noches en la cola. Los hombres comían en casa La Perucha y se turnaban para cuidar la cola.
Recuerdo que junto a el dinero correspondiente les daban un saco de 50 kg de azúcar que significaba no comprar azúcar en todo el año: un trueque con dinero de por medio.
En la actualidad solo podemos vislumbrar el humo blanquecino y el olor característico a melaza de la fábrica de la Bañeza.
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Los hombres de las familias de todos los pueblos se iban casi a la aventura con 7 o 9 toneladas con los primeros tractores que se veían en los pueblos a las azucareras cercanas (La Bañeza, Benavente, Veguellina, León). Allí se juntaban los hombres de unos y otros pueblos de la comarca a pasar frío en las colas interminables hasta que les tocaba descargar la mercancía. En La Bañeza pasaban hasta dos noches en la cola. Los hombres comían en casa La Perucha y se turnaban para cuidar la cola.
Recuerdo que junto a el dinero correspondiente les daban un saco de 50 kg de azúcar que significaba no comprar azúcar en todo el año: un trueque con dinero de por medio.
En la actualidad solo podemos vislumbrar el humo blanquecino y el olor característico a melaza de la fábrica de la Bañeza.
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